Se ha sostenido frecuentemente, que Alexis Henri Charles de Clérel, vizconde de Tocqueville fue un pensador, jurista, político e historiador francés, precursor de la sociología clásica y uno de los más importantes ideólogos del liberalismo, pero la autenticidad de su pensamiento radica ante todo en la observación, crítica y analítica de los aspectos culturales, tanto políticos como económicos y sociales que se presentaron en su período. Desde ahí, contribuyó a definir concesiones y conceptos valóricos y morales, los cuales en el trascurso de la historia sirvieron a distintas entidades para definir sistemas e estatutos de gobierno.

“En realidad, el propósito había sido explícitamente anunciado a Eugene Stoffels, viajo compañero de estudios en Metz, en carta fechada en Paris el 21 de febrero de 1831. Partimos con la intención de examinar en detalle y lo más científicamente posible todos los mecanismos de esa vasta sociedad americana de la que todos hablan y que nadie conoce. Y si los acontecimientos nos dejan tiempo para ello, nos proponemos llevar con nosotros los elementos de una buena obra o, por lo menos de una obra nueva, puesto que nada existe a este respecto“
En aquella obra, Tocqueville supo reunir, como Montesquieu, dos miradas que por lo general se excluyen o subestiman mutuamente: la mirada del filósofo y la del sociólogo; la mirada que reflexiona y juzga, y la que observa y explica. Concluyó y consideró que la igualdad de condiciones, como la justa libertad, el derecho general a la independencia, el sometimiento de la ley sin esfuerzo y la consideración respetuosa, no fanática, sino razonada y tranquila a la autoridad del gobierno nos arrastraría tarde o temprano a un estado social democrático. En definitiva, Tocqueville, más que uno de los principales pensadores del liberalismo, fue un pensador y observador de la democracia.